Aunque es normal sentirse rebasado en estas situaciones, lo mejor que puedes hacer es tratar de entender el dolor y la manera en que este repercute en tus emociones y estilo de vida.
Así podrás superarlo, y también los problemas que causa.
“El filósofo griego Aristóteles creía que el dolor era una emoción que podía conquistarse con la razón.”
Acepta su naturaleza impredecible
La intensidad de un dolor que no para, varía. Hay días en los que parece tolerable. Otras veces, sin razón aparente, el malestar se exacerba tanto que nos obliga a faltar al trabajo, perder algún compromiso familiar o cancelar unas anheladas vacaciones. Son muchos los pacientes que temen pasar por mentirosos.
Para hacer frente a esta situación, investiga lo más que puedas sobre tu enfermedad y sobre los factores que detonan el dolor. Reserva unos minutos para hacer ejercicios de respiración y visualización positiva.
Esto te ayudará a sobrellevar el dolor físico y la ansiedad relacionada con su carácter impredecible.
Di no a la irritabilidad y a la depresión
Cuando el dolor está presente en todos los ámbitos de la vida, se vuelve muy desgastante tanto para el paciente como para la familia. El dolor constante puede dejarte sin energía y alterar tus patrones normales de sueño. A muchas personas les resulta humillante recibir ayuda para realizar tareas que antes podían hacer solas.
Son frecuentes los sentimientos de frustración e impotencia, así como los cambios de humor y la irritabilidad.
No dejes que el dolor domine tu vida: ¡distrae tu mente! Las terapias de relajación y los ejercicios de visualización tienen efectos calmantes. Los pensamientos positivos pueden estimular la liberación de endorfinas y permitir a tu organismo funcionar mejor.