Una explosión puede ocurrir en distintos contextos: un accidente en el hogar, en una fábrica, en la calle o incluso en un lugar público.
La escena suele ser caótica, llena de ruido, polvo, fuego y confusión. En medio de esa situación, puede que te encuentres con la capacidad de brindar ayuda a otros.
Pero, ¿cómo hacerlo sin ponerte en riesgo y sin empeorar la situación?
En Selecciones te compartimos una guía práctica y sencilla:
1. Primero, protege tu seguridad
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Evalúa el entorno: si hay fuego, humo, estructuras a punto de caer o fugas de gas, no te acerques.
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No corras hacia el peligro: tu vida también cuenta; si tú resultas herido, reduces las posibilidades de ayudar.
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Mantén la calma: respira profundo y piensa antes de actuar.
2. Activa la ayuda profesional
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Llama al número de emergencias (911) lo antes posible.
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Da información clara: ubicación, tipo de explosión (si lo sabes), número de heridos visibles.
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Si hay otras personas cerca, pide que también hagan llamadas para asegurar la respuesta rápida.
3. Auxilia con lo básico
Si el lugar es seguro y puedes acercarte:
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Escucha a los heridos: muchas veces necesitan calma tanto como atención médica.
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Aleja a las víctimas del peligro inmediato (humo, fuego, vidrios, objetos que puedan caer).
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No muevas a personas graves si sospechas fracturas de columna, salvo que haya un riesgo mayor (como fuego).
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Presiona heridas sangrantes con tela, ropa limpia o lo que tengas a mano para contener la hemorragia.
4. Cuida la comunicación
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Habla con voz firme y tranquila: “Ya viene ayuda, estás a salvo”.
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Evita dar falsas promesas (“te vas a poner bien”) pero sí ofrece seguridad emocional.
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Coordina con otros testigos: uno atiende a una persona, otro busca agua, otro abre espacio para los servicios de emergencia.
5. Después de la emergencia
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Coopera con las autoridades: da testimonio de lo que viste si es necesario.
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Cuida tu salud emocional: presenciar o participar en un evento de este tipo puede ser muy impactante. Hablar con alguien de confianza o con un profesional ayuda.
Ayudar tras una explosión significa actuar con cabeza fría: primero protegerse, luego pedir apoyo profesional y finalmente dar auxilio básico.
Un gesto responsable y solidario, por pequeño que sea, puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.